Nuestro polifacético maestro de educación física se jubila. Ha llegado el feliz momento de despedirse de la escuela, de los alumnos, de los compañeros... Tras 38 años de trabajo llegó el descanso activo. Más de 15000 niños y adolescentes aprendieron de sus palabras, de sus gestos, de su temple. Desde el colegio sólo nos queda darle las gracias por su dedicación y desearle salud para disfrutar del merecido descanso que a bien seguro se centrará en el balón, en sus poemas y en la tierra. ¡BRAVO POR CECILIO! Y como jubilarse es despedirse Cecilio nos ha dejado estas líneas dedicadas a todos los alumnos, a todas las familias y a todos los compañeros que ya sea en tiempo de barba o bigote se encontraron en el camino de la vida. |
Sesenta años.
Cuando la vida empieza a perdonar.
Cuando la vida es como un bombardeo.
Pero no me quejo.
Peor son los bombardeos de Alepo.
Sesenta años.
Asomado a tanto agradecimiento
quedan pedazos mojados de ternura,
esas lágrimas donde guardar los ojos
y nunca – nunca
el breve y cálido temblor del olvido.
Sesenta años.
Asomado a tanta luz
me siento soldado que regresa a su
pequeño refugio de la noche,
al territorio de la duda,
a la fascinación,
a las nubes de color sandia,
al atardecer limón.
Sesenta años.
Entre recuerdos gratos me despido.
Recuerdo la infancia, la casa donde nací.
Sin casa, sin infancia, no hay nada.
Recuerdo la escuela de mi TIERRA.
Sin escuela no hay verdad.
Recuerdo a mis Maestros:
Don Zacarías, Don Cantidio, Don Ignacio, Don Daciano.
Sin maestros no hay escuela.
Sesenta años.
Hay quien no se ha despedido nunca.
Hay mujeres bellas que nunca vieron el mar.
Cecilio Bravo Bravo
se despide de todos como el beso llega a su rincón.
se despide para desaprender de nuevo
y volver a empezar.
Siempre.
Cecilio Bravo Bravo
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