En el año 2006 llega al centro D. Manuel López Prieto. Aparca la moto en la puerta y ataviado con pantalones cortos, como buen maestro de Educación Física, entra dispuesto a desarrollar su labor docente con una mochila cargada de buenas ideas, de empatía y de naturalidad. Cuatro años permanece en esta situación, a caballo entre el aula y el pabellón, alternando el chándal con lo que él denomina “cotidianas TIC” (porque después de tantos años dice, ya no se les puede llamar nuevas tecnologías), dejando su sello personal en todo lo que hace y, sobre todo, en todos sus compañeros.
Su carácter inquieto y atrevido y las circunstancias de la vida le llevan cuatro años más tarde a asumir la dirección del centro. Con la ilusión y la inexperiencia del novato, intenta darle un aire más moderno al centro, lidiando con unas inercias muy arraigadas y con la desconfianza que generan los cambios. Nueve años más tarde, podemos decir sin miedo a equivocarnos que las luces han ganado por goleada a las sombras. Nos hemos convertido en un centro de referencia en el uso de las tecnologías (Nivel 5 TIC), año tras año nuestros proyectos anuales de centro reciben elogios, nos hemos adaptado a la nueva realidad social y gracias a él hemos conseguido la tan ansiada cubierta para los días de lluvia. Y nueve años más tarde, también podemos decir que, por encima de todo, ha demostrado ser una persona tolerante, buen compañero, con afán conciliador y con esa bonachonería de pueblo que desgraciadamente estamos perdiendo…
Ahora le toca quitarse el traje de gestor y volverse a enfundar el chándal, volverse a sentir maestro, volver a los inicios de su etapa docente, soltar lastre de la responsabilidad que supone dirigir un centro tan grande como el nuestro. Toda la comunidad educativa le vamos a echar de menos y recordaremos, sobre todo, que tuvimos la suerte de contar con un buen tipo. Aunque tenemos la sensación de que su familia se lo agradecerá más que nosotros.
Suerte Manolo. Las puertas del colegio siempre estarán abiertas para ti. No pierdas nunca esa ilusión por hacer cosas nuevas. Y gracias por ser historia viva de los 40 años del Valbuena.